QUERIDA MAESTRA

QUERIDA MAESTRA

Fuiste Marial más que maestra, se queda corto el significado de la palabra. Si le doy la valoración exacta que tuvo para mi vida, tendría que añadir que fuiste modelo de disciplina y tesón; luz incandescente para enseñarme a ver la belleza del arte y la literatura; sabia consejera que me hizo distinguir lo autentico de lo banal; exigente en los estudios y cercana en la relación humana del devenir cotidiano, con dudas de adolescente y sueños de juventud. De esta forma quedo tu huella para siempre en la alumna que fui de aquel bachiller nocturno plagado de dificultades, tanto para los que éramos prematuros trabajadores, queriendo lograr a toda costa la cima del conocimiento académico, como para ti directora del Instituto, junto con todo el elenco de profesores, que os embarcasteis en un proyecto que marcaria un antes y un después en la enseñanza de este Gijón del alma.

Desde aquel cuartito donde hice el acceso al bachiller, porque el Instituto estaba dando los últimos toques para su inauguración, hasta hoy que recibes la medalla de esta hermosa y asequible ciudad, pasaron muchos acontecimientos, recibiste muchos homenajes, algunos te llenaron de gloria y satisfacción, como la imposición de la medalla de Alfonso X el sabio, rodeada de cariño y gratitud.

Quiero Marial que hoy recibas un humilde homenaje, el mío, que sale de lo más profundo de mi corazón y va impregnado de lagrimas de autentica emoción y alegría por estar todavía juntas y cerca en este camino que es la vida.

Para terminar me bastan tus palabras de agradecimiento en tu homenaje, que me hicieron recordar la frase alegórica de Baltasar Garcian: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Así fue tu glosa frágil y casi silenciosa, como tu persona:

“El acto lo dice todo, estoy muy emocionada, muchas gracias”

Gracias a ti, Marial

Tu alumna, Pepa Fernández

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