Bendito abanico

No me estoy refiriendo a esa cosa en forma de cola de pavo real, que al movimiento de nuestra muñeca, se mece aliviándonos las sofoquinas veraniegas, y cuya consistencia puede ser muy variada, dependiendo de los materiales empleados en su confección. Los hay de varillas de madera de peral, de ébano, de nácar, de carey, de papel, de tela, de blonda.... y algún elemento más que se me puede escapar, pero no, no estoy alabando el ventalle que se manosea durante todo el verano, sino la brisa que acariciaba mi cara cuando di hoy el paseo mañanero hundiendo mis pies en espumosa alfombra perfumada de salitre. ¡Qué armonía se lograba entre mar, arena, sol y brisa! era ésta la justa, ni fuerte, ni ausente, estaba ahí haciendo de etéreo abanico, casi podía tocarla, y al besar mi cara procuraba no ser molesta, sino todo lo contrario, era dulce y envolvente, por un momento sentí ganas de llevarla siempre conmigo.