EL SER Y EL ESTAR

La pregunta me la voy a hacer al revés. Por lo regular se dice ¿Qué va a ser de mi?, yo me pregunto ¿Qué fue de mi?, (antes de...). Poniendo todo mi caudal mental a trabajar y por mucho empeño que invierta en ello, los primeros recuerdos que mi mente ha procesado del inicio de mi vida, vienen a la par más o menos con los primeros silabeos. ¿Pero como fue mi existencia hasta ahí?, ¿Cómo ese espacio?, ¿Cómo esa célula diminuta, del tamaño de una semilla de amapola, comenzó a latir? Nueve meses dentro del cómputo de años de una vida son casi nada, pero ese mismo tramo de vida dentro del espacio materno lo son todo. Ahí se van a fraguar gestos, reacciones y costumbres que adoptaremos para siempre.


De repente sentí un calor reconfortante; la luz era la justa para un reposo y algún que otro saltito; sentía como me mecían, como los sonidos eran relajantes, aunque a veces me asustaba algún chillido, acurrucándome rápidamente para alejarlo. De alguna forma estaba practicando estrategias de defensa. Las pupilas gustativas también funcionan y a ratos me llega un saborcillo que por entero me invade y al que quedaré enganchada para siempre, otros los rechazaban frunciendo el ceño, bostezaba y me estiraba. En la mullida oquedad tenia todo lo que podía necesitar, nada ni nadie me fallaba, no conocía el frío ni el desamparo, todo era protección y amor.

Pasado un tiempo me sentía más fuerte y capaz, ya estaba muy definido lo que latía, era mi corazón, aunque fuera del tamaño de una alubia. Jugaba con mis manos, manos que con sus movimientos, serian para siempre manifiesto de un lenguaje mudo que me acompañaría en mi forma de expresarme.

Un día tanto me estire que algo se rompió ¡que pena!, ya era pequeño el espacio para mí. La sensación de estar pendiendo en el vacío, (por cierto tan placentera), iba poco a poco desapareciendo y más aprisa de lo que yo hubiese deseado, algo con mucha fuerza, casi brutal me empujaba, la rosácea luz desaparecía y sentí un frío inexplicable. Luego supe que esa era la primera sensación de estar vivo. Los estímulos y experimentos que había tenido en ese hueco maravilloso daban a su fin, y, pasaría a formar parte de un espacio inmenso, pero mucho más hostil. Tendría una vida entera para dar, recibir y compartir, hasta encontrar la otra oscuridad y el otro reposo, único para cada uno. Quizá por eso a alguien le escuche decir, que la vida era como un fogonazo entre dos oscuridades.


PEPA FERNÁNDEZ
ENERO 2006

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